Hace varios días atrás, mientras transitaba por una de las vías principales de esta ciudad, el inesperado cambio del semáforo, me hizo fijar la vista en una valla que, desplegada a lo largo de una parroquia, rezaba: VALORA LA VIDA , DILE NO AL ABORTO.
Este texto estratégicamente acompañado con la tierna imagen de una cría en sus primeras semanas de gestación son parte de las voces que se han levantado a favor de la nueva ley que se discutía meses atrás y que penaliza el aborto en cualquier circunstancia, y por la que emergieron diversas discusiones de opiniones encontradas a favor o en contra de dicho tema.
Al encontrarme con aquella publicidad me surgieron de repente algunas preguntas: ¿valoremos que vida? ¿De que aborto estamos hablando?
Si bien es cierto que muchos de estos crímenes son el resultado de la inmadures y la falta de responsabilidad de aquell@ que no son capaces de respetarse ni siquiera ellos mismos, no es menos cierto que un grupo bien representado de estos sucesos han podido salvar la vida de aquellas mujeres que, amando el fruto de su ser, son conscientes de que puede ser semilla seca que no germinará o ser objeto de mayores catástrofes en la vida de aquellos que ya forman parte en nuestra sociedad, de nuestras familias y de nosotros mismos.
Seguida de las dos cuestionantes anteriores me surgió la tercera: ¿cual es el interés de ser tan "rajatabla" con un problema sujeto a tantas variables, mientras se excede en permisibilidad en asuntos de menos valor para nuestra sociedad?
¿Es que acaso una secretaria, una contable, alguna psicóloga o una simple y no menos importante, ama de casa no son vidas dignas de que se puedan valorar?
¿Tiene que perderse la vida de un ser útil cuando esta se encuentra en gravedad, provocada por un embarazo defectuoso o interrumpido de forma natural solo porque a un sequito de "sin madres se les ocurrió un día jugar a la moral y las buenas costumbres?
Sépase que dentro de ese mismo grupo juegan algunos padres que encabronados porque su "niña" salio embarazada de un "salta pa' tra" y fuera del matrimonio, le pagan un viajecito al exterior y borrón y cuenta nueva. Vuelve la niña a casa castigada por unos días y nada paso. No obstante al otro extremo de la ciudad se desangra o se pudre y muere una paoperrima mujer en las peores condiciones porque un problema de salud ha interrumpido su último embarazo y ningún galeno es capaz de extraer, limpiar y curar porque la ley del país lo condena; quedando así, una familia destrozada, algunos hijos huérfanos y prescindiendo, el país, en efecto, de un ente activo en la dinámica económica y social del país más alegre del mundo.
¿Es que acaso piensan que mientras menos gente somos su tajada del pastel estatal será mas grande?
Terminados estos razonamientos y antes de que el semáforo volviera a cambiar, dirigí la vista nuevamente a la valla y repetí firme en mi mente:
VALORA LA VIDA , SI AL ABORTO CLINICO.